Te debo confesar que estaba leyendo una novela que iba a preparar para esta sección cuando recibí este libro que inmediatamente atrapó mi atención.
Y es que desde que falleció mi perro Chester, en la pandemia había pensado que no volvería a tener un perro porque su partida fue muy dolorosa. Sin embargo, el año pasado no me resistí a adoptar a Foster, un meztiso, (aunque de acuerdo con el autor de la recomendación de hoy, todos los perros son mestizos), su llegada a mi vida le ha dado un giro de 180 grados. Por eso decidí leer y hablar de un libro de ensayo periodístico que me ha atrapó desde sus primeras páginas.
Se trata de El mejor amigo del perro, Breve historia de un vínculo único un texto de divulgación escrito por el autor inglés Simon Garfield, uno de los más exitosos autores de este tipo de libros divertidos, curiosos, disparatados y a la vez eruditos, que abordan un tema sin renunciar a hacernos reír ni a explorar el lado jocoso de la realidad.
Publicado por el sello Taurus de Random House el autor, galardonado con el premio Somerset Maugham, que entrega la Sociedad de Autores al mejor escritor o menor de 35 años que hayan publicado un libro en el año anterior con un monto de £12.000, los cuales deben ser gastados viajando internacionalmente, nos explica en este título que los perros son piezas clave de nuestra vida. Pero ¿cuándo pasó este animal a ocupar ese lugar? ¿De qué manera llegaron estas criaturas a ayudarnos no solo en la caza, sino también en la desactivación de bombas y en la detección del cáncer? Y, sobre todo, ¿cómo fue que acabaron por convertirse en nuestros más fieles compañeros?
Con su ingenio inimitable y su don para contar historias, Simon Garfield explora y celebra esta larga, profunda e inquebrantable conexión entre especies y el modo en que ha transformado innumerables vidas, tanto humanas como caninas. Y que vale la pena preguntarse aunque el perro viene cuando lo llamas uno se debe cuestionar quién manda realmente.
Los datos que maneja Garfield son sorprendentes porque nos atrapan a cada momento. Por ejemplo, el autor dice que según un estudio del MIT y la Universidad de Harvard hay entre setecientos y mil millones de perros en el mundo. La gran mayoría de ellos, probablemente más del 80 por ciento, se crían al aire, sin injerencia humana. O que, aunque todos los presidentes que han habitado la Casa Blanca han tenido perros, solo uno, no los tuvo. ¿Quién crees? Donald Trump. Si en verdad, al menos en parte, la afirmación de Nietzsche de que “el mundo existe gracias a la comprensión de los perros”, entonces quizá también sea cierto en parte de un estudio de los perros puede proporcionarnos un conocimiento más valioso de nosotros mismos.
El autor arranca el viaje con las primeras representaciones visuales: los perros en el arte rupestre, y termina en el laboratorio que secuenció por primera vez el genoma canino. Por el camino, descubrimos a los legendarios corgis del palacio de Buckingham, a los perros del programa espacial soviético, al primer labradoodle del mundo y a un border collie capaz de identificar más de mil peluches diferentes. Explora que tan certera es la hipótesis de que el ancestro de nuestros perros es el lobo gris y nos explica la asombrosa capacidad que tenemos ambas especies de generar una comunicación visual que nos permite entender las razones de este vínculo ancestral.
Sobre este libro, la crítica ha dicho:
«Una delicia. Encantador y erudito».
The Daily Telegraph
«Un inmenso placer. Hay un buen chiste, una anécdota curiosa y un dato fascinante en cada página».
The Mail on Sunday
«Una ingeniosa celebración de la larga relación entre perros y humanos».
The Times
Este autor desenfadado y con un gran sentido del humor desvela los secretos de los mejores adiestradores de canes del mundo, nos adentra en el salvaje mundo de la cría de perros y de las exposiciones caninas y desentierra las profundas raíces psicológicas del vínculo humano-perro.
Definitivamente, un excelente libro para cualquiera que haya querido alguna vez a un perro, refrescante y reparador como un buen paseo por las mañanas con Foster y que será felizmente devorado, si no lo hace antes su fiel compañero de cuatro patas, por cualquier lector que ame a los perros.
