Estamos en la época de la publicación de premios que otorgan las editoriales. Anteriormente reseñamos la novela ganadora del Premio Planeta, Lejos de Luisana, de Luz Gabás. Y si bien me gustó porque me llevó a Nueva Orléans y los primeros habitantes que llegaron de España, en esta ocasión he decido escribir sobre la obra galardonada con el Premio Alfaguara que en esta ocasión recae en el escritor peruano Gustavo Rodríguez y su novela Cien Cuyes.
Si bien, disfruté la lectura del Lejos de Luisana, en mi opinión Cien cuyes es una obra más universal que toca temas que no son comúnmente abordados en la narrativa actual y Gustavo Rodríguez lo hace con una tragicomedia escrita con gran maestría que invita al lector a replantar temas como la muerte, el envejecer con dignidad, la soledad y las pérdidas.
Y de qué va esta historia? Cuando Eufrasia Vela empieza a trabajar como cuidadora de ancianos, no sospecha que su oficio la llevará a una encrucijada existencial. La íntima relación que mantiene con doña Carmen, el doctor Harrison y Los Siete Magníficos —entrañables personajes que se apoderan de su pensamiento y su cariño— la obliga a replantearse su papel de madre y hermana, las vicisitudes de la longevidad, las formas de la compasión y el sorpresivo valor que los cuyes, esos conejillos de Indias tan peculiares y que en esta novela muestran que su valor y servicio amplía su concepción de un costo comercial para llevarla al terreno más cercano del aprecio a la vida.
Acompañada de una banda sonora donde resuenan el huayno, el jazz, la balada y el pop, la historia de Cien cuyes rescata a la vez la impronta del cine como un contrapunto de la existencia de sus personajes y una fuente de revelaciones sobre el sentido de la vida y de la muerte cuando esta se aproxima.
En una sociedad cada vez más envejecida las relaciones de ayuda adquieren un papel primordial si no se quiere cometer "una gran injusticia universal" consistente en que "a las personas, incluso a las más queridas, se les va olvidando en la medida en que nos son menos útiles". Envejecer es tener cada vez menos conversaciones, no saber nunca si se acaba de hacer algo por última vez. Ser viejo es llegar a una edad en la que la felicidad consiste en que nada te duela demasiado, una edad en la que la muerte ya no es una idea difusa, un saber intelectual, sino una posibilidad real. Pero ser viejo también debería ser ejercer el control de la propia muerte, prepararla y aceptarla con paz, serenidad e incluso con alegría, conseguir con esto naturalizar la muerte hasta hacerla digna, buena e incluso bella, honrando así -como diría Petrarca- toda una vida.
Cien cuyes es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias,
Gustavo Rodríguez consigue exprimir la metáfora de la vida como un tránsito hacia la muerte. Lo hace sin moralismos ni truculencias. Con humor y dignidad. Estamos ante una novela que sorprende, justamente porque no se jacta de alimentarse solo de la literatura. También cree en la calle, en su mirada y en sí mismo.
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